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A muchas horas de avión y kilómetros de tierra y agua hemos encontrado hecho realidad el sueño de muchos. Elevada sobre el terreno y con inmejorables vistas sobre el océano Antártico, la casa de playa que os presentamos en este antes y después ofrece una experiencia única: caminar sobre los árboles de una ladera hasta alcanzar el lugar más privilegiado de la costa.
Pole House fue construida hace más de 40 años constituyéndose como un icono de la Great Ocean Road: la emblemática carretera australiana que recorre la costa de la isla desde la ciudad de Torquay hasta la de Allansford. En la actualidad, esta casa ha sido sustituida por una versión mejorada y moderna de la antigua manteniendo su privilegiada situación y mejorando la calidad de sus espacios. F2 Architecture es el autor del proyecto que os relatamos a continuación.
De 1976 a 1978 Frank Dixon consiguió dar forma a una idea disparatada: vivir sobre el océano. Años más tarde, el estudio de arquitecctura F2 recibió el encargo de sustituir la mal conservada vivienda por otra. La imagen muestra el resultado: una moderna casa que conserva las características de su antecesora.
Hace falta recorrer una larga pasarela para alcanzar la plataforma donde se emplaza la vivienda. Elevada 13 metros sobre el terreno mediante un resistente pilar metálico, la casa nos recibe de manera oblícua forzándonos a dirigir nuestra mirada hacia el horizonte.
Antes de su demolición, la casa clamaba a gritos un cambio: revestimientos exteriores de madera y cubierta terminada en teja estropeados por el ambiente marino. Las vistas eran buenas, sin embargo, podían ser excepcionales. Por ello, se tomó la decisión de derribar al completo la construcción y empezar de cero, conservando y rehabilitando sin embargo la estructura donde se apoya.
Los arquitectos del proyecto decidieron sustituir los materiales de la pasarela y la plataforma, construyendo una barandilla de vidrio sin carpinterias que rentabilizara mejor la situación de la casa: de esta manera, la ligera barandilla no obstruye las vistas al paisaje, pero sigue actuando como elemento de protección contra el viento y la altura. Los materiales exteriores preexistentes, afectados por humedad y salinidad de la costa, fueron sustituidos por otros de similar aspecto y mejores características.
La vivienda está construida como un prisma cuadrado colocado oblícuamente para abrir sus mejores vistas sobre el océano. Esta posición dramatiza su acceso y enfatiza las dos fachadas de vidrio que proporcionan una visión de 180° sobre la inmesidad azul. Tras recorrer la pasarela, dos muros sólidos nos dan la bienvenida, protegiendo la privacidad y aguardando la sorpresa que nos depara el interior.
El espacio interior de la casa se diseña con sencillez, para no hacer sombra a lo verdaderamente importante: el paisaje. Un dormitorio, un cuarto de baño, cocina, almacenamiento y una espaciosa sala de estar separada del exterior por dos muros transparentes de vidrio. El metal y el vidrio empleados en la construcción solo podían encajar con un planteamiento flexible y abierto donde la fluidez facilita el habitar. Libertad, inmesidad y vértigo: tres experiencias aseguradas para los que se decidan a alquilar por unos días esta suite de lujo.
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