Relojes de pared: otra manera de marcar el tiempo

Marisa Alcore Marisa Alcore
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¡El tiempo es todo un personaje! decía el Sombrero Loco en Alicia en el país de las maravillas. Pero, ¿qué es el tiempo exactamente? Todos tenemos la idea de lo que es, sin embargo, pocos pueden hacer una descripción con palabras. Ha pasado tiempo desde la primera palabra escrita en este texto hasta ahora mismo, sin embargo, podríamos decir que para cada uno ha pasado de diferente manera. Para los que están aburridos puede haber sido extremadamente largo; para los impacientes puede que también; para los tranquilos habrá pasado en su justa medida; para los que se están divirtiendo, sin duda, habrá sido demasiado corto. Es curiosa la percepción que cada uno tiene del tiempo. 

Para medir el tiempo empleamos relojes y, al igual que con el tiempo, este objeto también es cuestión de cada uno. Algunos jamás podrían salir de casa sin uno, sintiéndose desnudos si no abrazan sus muñecas. Pero, ¿Qué muñeca? También esto es cuestión de gustos: la mayoría de los diestros lo llevan en la mano izquierda, basándose en una cuestión práctica. Si eres zurdo, sin embargo, puede que prefieras llevarlo en la muñeca derecha. Otros prefieren simplemente, vivir ajenos al mundo de los relojes y desproveer sus muñecas de objetos que de manera continua pueden recordarnos lo lento que pasa el tiempo o lo rápido. Sin embargo, todos y cada uno de nosotros los necesitamos diariamente y no solo a la hora de levantarnos. Puede que pasemos horas despreocupados, pero en algún momento u otro nos asaltará la misma duda: ¿en qué hora vivimos? Es en este momento en el que si no llevamos un reloj de muñeca nos echaremos la mano en el bolsillo en busca de nuestro teléfono móvil. ¡Que no cunda el pánico! Siempre hay una respuesta a qué hora es, aunque tengamos que obtenerla de cualquier viandante. 

En casa los relojes tienen otra función además de la de marcar la hora: la decoración. Sobre una pared desnuda, un reloj puede convertirse en una bella obra de arte, como cada uno de los relojes que hemos reunido en este libro de ideas. 

Colores y cerámica

Con frente circular y de cinco colores diferentes, estos relojes marcarán la hora, el minuto y el segundo en el que estamos con mucho color. Sobre una pared blanca, uno o varios de ellos pueden aportar el toque de color que hace falta en una estancia siendo además muy útiles. La cáscara cerámica, blanca y de forma redondeada permite que este objeto se integre en cualquier ambiente.

La versión moderna de un reloj de péndulo

Con la intención de crear métodos más precisos que los relojes de rueda para marcar la hora, Galileo Galilei empleó las oscilaciones de un péndulo para contar la hora. Observando la oscilación de enormes lámparas de bronce colgadas en el interior de una iglesia, Galileo se dio cuenta de que en el período de un péndulo solo interviene la longitud de la cuerda y no el peso o el tamaño. En 1656, Christiaan Huygens elaboró un mecanismo basándose en ese mecanismo para regular el tiempo. 

Hoy en día aunque existen relojes más precisos, los relojes de péndulo siguen siendo un elemento práctico y muy decorativo. Sin embargo, atrás quedaron los relojes de madera con manecillas doradas y volutas, los relojes de péndulo también son minimalistas. De líneas sencillas y colores modernos, este reloj de péndulo moderniza un clásico. 

De hormigón y madera

Siguiendo la clásica forma circular, en este reloj de pared la novedad es el material. Fabricado a partir de hormigón, las horas y los minutos son pequeñas brechas creadas antes del fraguado de este material, pudiendo elegir este modelo en tres colores diferentes: blanco, gris y negro. Por otra parte, en contraste con esta fría pieza, las manecillas se construyen en madera, con la posibilidad de elegir su forma y color. 

La mínima expresión

Si alguna vez has tenido la oportunidad, habrás observado que el mecanismo de un reloj está compuesto de aparatosos engranajes, que funcionan con máxima precisión. De ahí que comúnmente empleemos la expresión ’con la precisión de un reloj suizo’. Con el avance de las técnicas, las cosas reducen su tamaño, como por ejemplo los pesados muros de piedra, que han sido sustituidos por esbeltos perfiles metálicos. Con los relojes ha ocurrido lo mismo: desde los relojes de arena hasta minúsculas piezas que se llevan en la muñeca. El que os mostramos en este ejemplo se ha desprovisto de todo lo innecesario, incluso de la esfera. Un delicado y ligero perfil metálico crea el perímetro de un circulo, donde dos manecillas sacadas de escala marcan la hora con elegancia y estilo. 

Otra forma de dar la hora

el último ejemplo que os presentamos también prescinde de un elemento, pero esta vez se trata de una manecilla, exactamente la manecilla que marca las horas. Y entonces, ¿cómo funciona? Muy sencillo: una esfera negra perforada gira sobre otra. En la que se encuentra abajo están marcadas las horas, por lo que cada hora, a través del hueco en forma de cuña se asoma un número. La otra manecilla, de manera convencional, marca rojos los minutos. Una forma original de dar la hora. 

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