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Un antiguo departamento japonés de 30 metros cuadrados, ubicado en un sótano, que fue comprado a un precio muy conveniente, sucumbió ante la genialidad de sus nuevos propietarios, renovándose extraordinariamente y, de ser una simple galerón sin chiste, se convirtió en una estancia llena de color y estilo, ecléctica y acogedora, moderna, sofisticada y absolutamente fabulosa, que ahora funciona como centro de exposiciones, escuela de cocina y sala de usos múltiples.
Los expertos de Shoei decidieron experimentar con una mezcla divertida y alegre de estilos, texturas y colores, perdiendo el miedo a la brevedad del espacio, dejando claro que la superficie no es limitante cuando de crear se trata. Te sugerimos continuar con la visita, ¡seguramente te sorprenderás!
El apartamento cuenta con dos habitaciones y un cuarto de baño. La cocina se ubicaba en una de ellas, y la otra era utilizada como dormitorio. Al ser un sótano no contaba con la mejor iluminación, luces de neón y algunas incandescentes iluminaban torpemente el área, creando un ambiente frío e impersonal.
De ser un simple apartamento para estudiantes o una pareja joven, este apartamento se convirtió en un espacio inspirador, dedicado a dar charlas sobre gastronomía y clases de cocina. El estilo, absolutamente ecléctico, mezcla el carácter industrial del concreto desnudo, las tuberías aparentes y los spots dirigidos, con la cálida rusticidad de la madera, el orden impecable de los organizadores horizontales, la comodidad de los textiles en el suelo y el romance campirano de las naturalezas muertas decorando y perfumando.
Como podemos ver, el nuevo carácter tiende a ser más de loft europeo o neoyorkino que de escuela, sin embargo recordemos que la nueva tendencia de los proyectos empresariales personales y el intercambio local de ideas y productos ha generado también una nueva rama de explotación en la creatividad plástica del arquitecto, del empresario y del artista, quienes muchas veces son la misma persona.
La cocina recibía apenas un rayito de luz por una diminuta ventana. El estilo, bastante retro si es que se le puede atribuir alguno. La habitación hacía las veces de cocina, sala, comedor y vestíbulo, pero con ese aspecto no se antojaba usarla de ninguna forma.
La cocina es un sueño hecho realidad. Como contraparte de la gran estancia, este lugar se ha revestido de azulejos blancos como ladrillos descoloridos y brillantes, y una amplia y funcional cocina de acero inoxidable, material que es a la vez elegante, sencillo, puro, limpio y funcional.
Las luces colgando de las estructuras expuestas, los pequeños toques de color destellando por doquier y el preciso aprovechamiento del espacio la convierten en una cocina envidiable, agradable y muy antojable.
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Para reforzar el carácter industrial que envuelve la cocina, al piso se le ha dejado un acabado de cemento pulido, aparente y oscurecido, el cual no luce frío sino casual y desenfadado. Los dos ambientes crean una atmósfera de enigmática perfección. El problema de la falta de luz se ha resuelto muy bien, y los colores y texturas destellan en cada mueble, en cada superficie y en cada rincón.
El baño, sencillo y pequeño, se percibe elegante y fresco. El color blanco crea no sólo una sensación de higiene sino de amplitud y luminosidad, por lo que la elección ha sido perfecta. El capital para la inversión de la remodelación fue ajustado, pero los expertos creadores de esta maravilla supieron jugar muy bien sus cartas, proponer los elementos exactos y necesarios para no desperdiciar ni un sólo centímetro, ni un sólo centavo.
El resultado sólo confirma la genialidad de su trabajo y la pasión con la que crean maravillosos espacios, nuevos destinos, renovadas vidas.
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